La riqueza de las apariciones de Fátima, más allá del hecho milagroso de la aparición de la Santísima Virgen, puede entenderse a la luz del mensaje revelado a los tres pastorcillos a lo largo de las seis apariciones, acontecidas en 1917.
En ellas, la Señora se presentó bajo la advocación de la Virgen del Rosario y pidió a los niños que llevaran a cabo una serie de actos:
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Como no podía ser de otra manera, el principal mandato repetido en todas las apariciones fue la necesidad de rezar el Rosario. Específicamente, y siempre que fuera posible, en familia. La Virgen anunció que debían rezar por la conversión de Rusia, nación que empezaba a sufrir el dominio comunista. Sin embargo, los jóvenes pastores, que jamás habían escuchado tal nombre, pensaban en Rusia como en una mujer que habría cometido terribles actos.
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Además, tal como narra Lucia, la mayor de los primos en sus memorias, los niños se quedaron muy conmovidos al ver cómo la hermosa Señora se presentaba dolida por los pecados de los hombres. Por ello, tomaron conciencia y empezaron a realizar actos de desagravio y mortificaciones por la conversión de los pecadores y de aquellas personas que ofenden a Dios. Algunos días renunciaban a su comida, que ofrecían al ganado, o ataban una cuerda de esparto alrededor de su cintura.
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En la primera aparición, Nuestra Señora del Rosario anunció a los tres niños que irían al Cielo. Jacinta y Francisco lo harían pronto, pero Lucia tendría que esperar. Y ante la tristeza de la joven pastorcilla, la Virgen quiso consolarla encomendándole una importante misión: en adelante debía difundir la devoción a su Inmaculado Corazón. Más adelante también le manifestó la necesidad de que el Papa consagrara el mundo al Inmaculado Corazón de María.
Por último, las apariciones tuvieron en gran parte un carácter revelador. De nuevo, en la primera aparición, La Virgen respondió a las preguntas de los niños, que ante el acontecimiento sobrenatural quedaron pasmados y profundamente emocionados. Nuestra Señora del Rosario anunció la curación de varios enfermos del pueblo.
Del mismo modo también reveló a Lucia el estado en el que se encontraban dos amigas suyas, que habían fallecido jóvenes. No obstante, la revelación de mayor transcendencia, objeto de innumerables investigaciones a lo largo de este siglo, fue lo que todos conocemos como los tres Secretos de Fátima.
Los Secretos
El 13 de julio de 1917, en la tercera aparición de la Virgen, los tres pastorcillos fueron los receptores de los tres secretos en forma de profecías. A corto plazo, la posesión de estos secretos supuso para los tres niños una gran controversia, ya que fueron forzados por las autoridades civiles y religiosas para revelarlos. En el apartado de “Historia”, se pude ver cómo los jóvenes fueron violentamente obligados a contar lo que la Virgen les había revelado, pero por orden expresa de Nuestra Señora, ellos se negaron a dar tal información. Tal fue el extremo al que llegó la situación que incluso fueron amenazados con la muerte, pero ellos permanecieron fieles a su palabra.
Al percatarse de que podían ser asesinados, “quemados en una gran sartén”, Francisco llegó a decir: “Si nos matan dentro de poco estaremos en el Cielo. ¡Qué alegría! ¡Morir… no importa nada!”.
Finalmente, al darse cuenta las autoridades civiles de que sus esfuerzos para hacer hablar a los niños eran en vano, cesaron en su intento y pusieron a los niños en libertad.
Los dos primeros secretos no fueron revelados hasta años más tarde. Sor Lucia decidió escribirlos en 1941, para aportar datos que favorecieran el proceso de canonización de sus primos. Sin embargo, el tercero quedó sin revelar hasta años más tarde.
El obispo de Leiria, diócesis en la que vivía la vidente, ordenó a Lucia que pusiera por escrito la tercera revelación de la Virgen y la entregara al Papa. La religiosa escogió la fecha de 1960 para revelar el secreto, porque según pensaba, “para entonces será más claramente entendido”. No obstante, llegada la fecha elegida, Juan XXIII, Sumo Pontífice en aquel momento, decidió no revelar el secreto. Tampoco lo hicieron los siguientes Papas que tuvieron ocasión, Pablo VI y Juan Pablo II.
Finalmente, el texto del tercer secreto fue revelado por san Juan Pablo II, el 26 de junio del año 2000, al mes de regresar del lugar de las apariciones, viaje que realizó para canonizar a Francisco y Jacinta.
Mostramos a continuación el texto de los tres misterios, tal como fueron redactados por Lucia.
El primer misterio era una visión del infierno:
“Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Hundidos en este fuego [estaban] los demonios y almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana, que flotaban en el incendio llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo para todos los lados, semejantes al caer de las chispas en los grandes incendios, sin peso ni equilibrio, entre gritos y gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaba y hacía temblar de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.
Esta visión duró un momento, y gracias a nuestra buena Madre del Cielo, que antes (en la primera aparición) nos había prevenido con la promesa de llevarnos para el cielo. Si así no fuese, creo que habríamos muerto de susto y pavor”.
El segundo secreto incluyó instrucciones de cómo salvar las almas del Infierno y reconvertir el mundo a la cristiandad. Este mensaje afirmaba que Rusia (un estado con régimen marxista-leninista) debía consagrarse al Corazón Inmaculado y que por ello sería concedido al mundo un tiempo de paz.
“En seguida levantamos los ojos hacia nuestra Señora, que nos dijo con bondad y tristeza: «Visteis el infierno, para donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón. Si hicieran lo que digo, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar, pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando vean una noche alumbrada por una luz desconocida, sepan que es la gran señal que les da Dios de que él va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y a la comunión reparadora en los primeros sábados. Si atendieran a mis pedidos, la Rusia se convertirá y tendrán paz. Si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia, los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniquiladas, por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará la Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz»”.
Siguiendo el mandato de la Virgen, se han llevado a cabo distintas consagraciones del mundo al Corazón Inmaculado de María, hasta llegar a la definitiva. Más adelante exponemos la naturaleza de dichas consagraciones.
La demora para la publicación del tercer misterio ha provocado que a lo largo de los años se hayan planteado gran número de hipótesis. Algunos dicen que anuncia el inicio de una guerra nuclear, el asesinato de un Papa o algún mal que pueda llegar a darse en el seno de la Iglesia.
Juan Pablo II, a través de su secretario de Estado, el cardenal Ángelo Sodano, anunció en el año 2000 que había decidido hacer público el texto del tercer misterio. Unos meses más tarde, el texto íntegro fue dado a conocer por la Santa Sede, junto con una discusión de su posible significado.
“Escribo, en acto de obediencia a ti mi Dios, que me mandas por medio de su excelencia reverendísima el señor obispo de Leiria y de vuestra y mi Santísima Madre. Después de las dos partes que ya expuse, vimos al lado izquierdo de Nuestra Señora, un poco más alto, un ángel con una espada de fuego en la mano izquierda. Al centellear despedía llamas que parecía iban a incendiar el mundo. Pero, se apagaban con el contacto del brillo que de la mano derecha expedía Nuestra Señora a su encuentro. El ángel, apuntando con la mano derecha hacia la tierra, con voz fuerte decía: «Penitencia, penitencia, penitencia».
Y vimos en una luz inmensa, que es Dios, algo semejante a como se ven las personas en el espejo, cuando delante pasó un obispo vestido de blanco. Tuvimos el presentimiento de que era el Santo Padre. Vimos varios otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una escabrosa montaña, encima de la cual estaba una gran cruz, de tronco tosco, como si fuera de alcornoque como la corteza. El Santo Padre, antes de llegar allí, atravesó una gran ciudad, media en ruinas y medio trémulo, con andar vacilante, apesadumbrado de dolor y pena. Iba orando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino.
Llegando a la cima del monte, postrado, de rodillas a los pies de la cruz, fue muerto por un grupo de soldados que le disparaban varios tiros y flechas, y así mismo fueron muriendo unos tras otros los obispos, los sacerdotes, religiosos, religiosas y varias personas seglares. Caballeros y señoras de varias clases y posiciones. Bajo los dos brazos de la cruz estaban dos ángeles. Cada uno con una jarra de cristal en las manos, recogiendo en ellos la sangre de los mártires y con ellos irrigando a las almas que se aproximaban a Dios”.
Se han ofrecido muchas interpretaciones del significado de este enigmático texto. Muchos lo relacionan con el atentado que sufrió san Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro, por el que casi pierde la vida.
En 1980, en un momento en el que el mundo estaba divido por el Telón de Acero, el Papa, preguntado por el tema, dijo que sus antecesores no habían revelado el secreto “por no alentar el poder del mundo comunista a hacer movimientos”. Del mismo modo, criticó a los que desearon conocer el misterio únicamente por curiosidad y sensacionalismo. Y tomando un rosario, concluyó: “Aquí está el remedio contra este mal. Rece, rece y no pida nada más”.
En 1984, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, futuro Benedicto XVI, dijo que el tercer milagro podía referirse a “los peligros que amenazan la fe y la vida del cristiano, y por lo tanto del mundo”.
Años más tarde, ya siendo Sumo Pontífice, volvió a referirse al secreto el 11 de mayo de 2010, durante la rueda de prensa llevado a cabo en el avión que le llevaba a realizar su primera visita pastoral a Fátima, con motivo del décimo aniversario de la beatificación de Francisco y Jacinta. Dijo al respecto “que los sufrimientos actuales de la Iglesia por los abusos sexuales contra niños cometidos por sacerdotes forman parte de los que anunció el Tercer secreto de Fátima”.
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