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Mensajeros del Perdón Lc 24,35-48 (PAB3-21)

 “Arrepentíos y convertíos para que se borren vuestros pecados”. Esas son las últimas palabras que Simón Pedro dirige a las gentes de Jerusalén  (Hch 3,19). Inmediatamente antes  había reprochado a sus oyentes tres graves injusticias que habían cometido contra  Jesús de Nazaret:

• Habían despreciado a Jesús, al que Pedro proclama como el Santo y el Justo.

• Habían pedido a Pilato que lo condenara a muerte, cuando el quería liberarlo.

• Habían exigido al procurador que indultara a un asesino,  en lugar del autor de la vida.

También hoy deberíamos arrepentirnos de ignorar la bondad y glorificar la maldad, de despreciar la vida y legalizar la muerte, de aplastar al inocente y  honrar  a los asesinos.

Y deberíamos exclamar con el salmo responsorial: “Haz brillar sobre nosotros la luz de tu rostro, Señor” (Sal 4).  Gracias a nuestra fe podemos saber y anunciar que Jesucristo aboga por nosotros ante el Padre (1Jn 2,1-5)   

LA  NUEVA CREACIÓN

El evangelio que se proclama en este domingo tercero de Pascua  (Lc 24,35-48) está lleno de contrastes entre  la actitud de los discípulos de Jesús y la realidad de su resurrección y de su mensaje. 

• Los discípulos de Jesús confunden a Jesús con un fantasma. Pero el miedo a los fantasmas no les permite descubrir a su Maestro y aceptar la verdad de su vida.

• Los discípulos se mueven entre dudas, pero Jesús les ofrece la paz y la seguridad, los libera del temor y de engañosas ilusiones y les muestra el camino de la esperanza. 

• Los discípulos de Jesús no comprenden ni aceptan el sentido de la muerte de Jesús, pero él los exhorta a descubrirlo a través de las Escrituras.

También hoy la celebración de la muerte y de la resurrección de Cristo nos ayuda a descubrir  la amanecida de la  nueva creación.

MENSAJEROS DEL PERDÓN

No deberíamos olvidar el mensaje que Jesús ha extraído de las Escrituras. En ellas podemos descubrir la misión y la tarea de la Iglesia y de cada uno de los creyentes:

• “Estaba escrito que el Mesías padecerá y resucitará de entre los muertos”.  La  pasión y muerte de Jesús fue un escándalo para los judíos y un motivo de burla para los paganos. Nosotros somos invitados a mirar confiadamente al Crucificado.

• “En nombre del Mesías se predicará la conversión y el perdón de los pecados”. Él Señor resucitado no se acerca para condenar al mundo. Él encarga a sus discípulos que prediquen la necesidad de la conversión.

• “Vosotros sois testigos de esto”.  Con esas palabras se cierra el mensaje del Maestro. Sus discípulos de siempre no son testigos de la cólera, de la venganza o del castigo de Dios. Han de ser los testigos valientes de la misericordia divina.



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El Hermano Asno

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