Hermano de san Juan Evangelista, fue uno de los primeros discípulos del Señor. Dentro del grupo de los Doce, con san Pedro y su hermano, gozó de una especial intimidad con Jesucristo. Su actividad apostólica, iniciada en Judea y Samaría, llegó hasta la península ibérica. Vuelto a Palestina, murió por orden de Herodes hacia el año 42: el primer mártir del colegio apostólico.
Sus restos fueron trasladados a Hispania, a la ciudad que lleva su nombre, siendo su tumba desde hace siglos una de las principales metas de peregrinación religiosa de toda la cristiandad.
Intervención de Benedicto XVI en la que el 21 de junio de 2006 presentó la figura de Santiago el Mayor
El apóstol Santiago el Mayor enseña a los cristianos de todos los tiempos que la gloria está en la Cruz de Cristo y no en el poder, constató Benedicto XVI.
El pontífice dedicó su intervención en la audiencia general a recordar la figura del hermano del apóstol Juan, los «hijos del trueno», como les llamaba Jesús, que, a través de su madre pidieron al Señor un lugar de preferencia en su Reino.
Santiago se convertiría en el primero de los apóstoles en «beber del cáliz de la pasión» a través del martirio en Jerusalén, a inicios de los años 40 del siglo I.
La plaza de San Pedro se encontraba bajo un tremendo sol y temperaturas muy elevadas. El Papa, compadecido de los fieles, abrevió su intervención, concentrándose en los dos momentos decisivos de la vida de Jesús que Santiago vivió de cerca junto a Pedro y a Juan: la transfiguración en el monte Tabor y la agonía, en el Huerto de Getsemaní.
Esta última experiencia, explicó Benedicto XVI, «constituyó para él una oportunidad para madurar en la fe, para corregir la interpretación unilateral, triunfalista de la primera: tuvo que atisbar cómo el Mesías, esperado por el pueblo judío como un triunfador, en realidad no sólo estaba rodeado de honor y gloria, sino también de sufrimientos y debilidad».
«La gloria de Cristo se realiza precisamente en la Cruz, en la participación en nuestros sufrimientos», añadió.
«Esta maduración de la fe fue llevada a cumplimiento por el Espíritu Santo en Pentecostés», preparando a Santiago para aceptar el martirio a manos del rey Herodes Agripa.
El Papa recordó también las sendas tradiciones en las que se narra el ministerio de Santiago como evangelizador de España, ya sea antes de morir, o después de su muerte, con el traslado de su cuerpo a Compostela.
La intervención del Papa concluyó sacando las lecciones que los cristianos pueden aprender hoy de Santiago: en particular, «la prontitud para acoger la llamada del Señor, incluso cuando nos pide que dejemos la “barca” de nuestras seguridades humanas».
Del hijo de Zebedeo es posible imitar, añadió, «el entusiasmo» para seguir a Jesús «por los caminos que Él nos indica más allá de nuestra presunción ilusoria; la disponibilidad para dar testimonio de Él con valentía y, si es necesario, con el sacrificio supremo de la vida».
«De este modo, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de generosa adhesión a Cristo», concluyó, viendo en su vida terrena «un símbolo de la peregrinación de la vida cristiana, entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios».
«Siguiendo a Jesús, como Santiago, sabemos, incluso en las dificultades, que vamos por el buen camino», aseguró
ZENIT
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