La historia de santa Verónica, la mujer que limpió el rostro de Jesús durante la pasión no está narrada en ninguno de los Evangelios, sin embargo, ella se hizo conocida en el mundo entero por el milagro que ocurrió con aquel pequeño lienzo.
Verónica era una mujer de Jerusalén, que seguía a Jesús. Ella estaba entre las mujeres que lo acompañó al Calvario durante su pasión. La historia cuenta que en un momento del camino le ofreció a Jesús una "toalla" para que se enjugara el rostro. Sucedió al devolverle el lienzo, el rostro sufriente de Cristo quedó milagrosamente impreso en la tela.
La Tradición cuenta que luego la Verónica fue a Roma y llevó consigo la santa reliquia que de inmediato fue puesto para veneración pública, obrando milagros. Cuando ella murió, la reliquia quedó en manos del sucesor de san Pedro.
El paño de la Verónica sería una de las reliquias que se consideran vera icon; o sea, verdaderas imágenes de Cristo, como el Mandylion de Edesa, la Sábana Santa de Turín o el Santo Sudario de Oviedo.
La ubicación actual de la reliquia no se puede determinar con claridad; ya que se copió varias veces y se llevó a diferentes lugares.
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