El Pontífice ha recordado en la audiciencia pública de este miércoles que se celebraba la memoria de Santa Águeda (también llamada Santa Ágata o Santa Gadea), una joven siciliana virgen y mártir del siglo III, que no cedió a las torturas del gobernador romano, ni cuando la envió de esclava a un prostíbulo ni cuando le cortó los pechos ni cuando la hizo quemar viva.
“Su virtud heróica nos estimule, queridos jóvenes, a comprender la importancia de la pureza y de la virginidad: y que ayude a los queridos enfermos, a aceptar la cruz en unión espiritual con el corazón de Cristo: que anime a los queridos recién casados, a comprender el rol de la mujer en la propia vida familiar”.
Con todo, ni la virginidad ni el martirio fueron el tema central de la predicación del Papa en un día frío y de colores feos pero que no asustó a la multitud de peregrinos.
El tema central fue la Eucaristía, “corazón de la iniciación cristiana y fuente de la vida de la Iglesia”.
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