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“La libertad es real cuando se reconcilia con la verdad”
CIUDAD DEL VATICANO, 7 JUL 2010 (VIS).
En la catequesis de este miércoles, el Papa habló sobre el beato Juan Duns Escoto, nacido probablemente en 1266, en un pueblo de Escocia llamado Duns. Entró en los franciscanos menores y fue ordenado sacerdote en 1291. “Por su inteligencia brillante se le conoce con el nombre de “Doctor sutil”. Enseñó teología en las universidades de Oxford, Cambridge y París. Decidió abandonar Francia por fidelidad al Papa Bonifacio VIII, en su disputa con el rey Felipe IV el Hermoso. En 1305 regresó a París para enseñar teología y posteriormente ejerció su magisterio en Colonia, donde falleció en 1308.
“Con motivo de la fama de santidad de la que gozaba -dijo el Papa-, su culto se difundió enseguida en la orden franciscana y el Venerable Juan Pablo II lo declaró beato el 20 de marzo de 1993, definiéndolo “cantor del Verbo encarnado y defensor de la Inmaculada Concepción”. En esa expresión se sintetiza la notable aportación que Duns Escoto ofreció a la historia de la teología”
El Santo Padre explicó que “Duns Escoto, aun consciente de que, a causa del pecado original, Cristo nos ha redimido con su pasión, muerte y resurrección, subraya que la Encarnación es la obra más grande y más hermosa de toda la historia de la salvación, y que no está condicionada por ningún hecho contingente”.
“Fiel discípulo de San Francisco, a Duns Escoto le gustaba contemplar y predicar el misterio salvífico de la Pasión de Cristo, expresión del amor inmenso de Dios”, que “se revela no solamente en el Calvario, sino también en la Sagrada Eucaristía, de la que era muy devoto“.
Benedicto XVI puso de relieve que “esta visión teológica, fuertemente “cristocéntrica”, nos abre a la contemplación, al asombro y a la gratitud: Cristo es el centro de la historia y del cosmos, es aquel que da sentido, dignidad y valor a nuestra vida”
Refiriéndose a las reflexiones del beato escocés sobre la Virgen, el Papa señaló que frente a la mayoría de los teólogos de la época, que se oponían a la tesis de que “María Santísima fuese libre del pecado original desde el primer momento de su concepción”, Scoto expuso un argumento; el de la “redención preventiva”, según la cual la Inmaculada Concepción es la obra maestra de la Redención realizada por Cristo, porque precisamente la potencia de su amor y de su mediación hizo que la Madre fuese preservada del pecado original. Los franciscanos acogieron y difundieron con entusiasmo esta doctrina, y otros teólogos -a menudo con un juramento solemne- se comprometieron a defenderla y a perfeccionarla”.
El Santo Padre recordó que Duns Escoto también desarrolló “el tema de la libertad y de su relación con la voluntad y con el intelecto“. En este contexto, afirmó que “una idea de la libertad innata y absoluta -como se desarrolló sucesivamente al beato-, situada en la voluntad que precede al intelecto, tanto en Dios como en los seres humanos, puede conducir a la idea de un Dios que no está relacionado ni siquiera con la verdad y el bien”.
“La libertad -continuó- es real y ayuda a construir una civilización verdaderamente humana, cuando se reconcilia con la verdad. Si se desliga de la verdad, la libertad se convierte trágicamente en principio de destrucción de la armonía interior de la persona humana, fuente de abusos de los más fuertes y de los violentos, y causa de sufrimientos y de lutos. La libertad (…) crece y se perfecciona, según Duns Scoto, cuando el hombre se abre a Dios. (…) Cuando escuchamos la revelación divina, la Palabra de Dios, para acogerla, entonces recibimos un mensaje que llena de luz y de esperanza nuestra vida y somos verdaderamente libres“.
Benedicto XVI concluyó la última catequesis hasta el próximo 4 de agosto, haciendo hincapié en que “el beato Duns Escoto nos enseña que en nuestra vida lo esencial es creer que Dios está cerca de nosotros y nos ama en Cristo Jesús, y cultivar, por tanto, un profundo amor a Él y a su Iglesia. De este amor somos testigos en esta tierra”.
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