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Dios está con nosotros, en Jesús Mt 1,18-24 (ADV4-19)

1. El evangelio del evangelista que mejor ha tratado las profecías del Antiguo Testamento, aunque, por razones propias de la mentalidad judeo-cristiana, aparezca la figura de José como introductora de cumplimiento. En el sueño, José -una forma bíblica de hablar de experiencias religiosas-, tiene encomendado dar un nombre al hijo que dará a luz su prometida María; le pondrá por nombre Jesús. En Is 7 el nombre era Enmanuel: ¿Acaso no es lo mismo? Semánticamente no, pero teológicamente sí. Su nombre simbólico será una realidad eterna: Enmanuel, Dios con nosotros. El nombre de Jesús significa: Dios salva. Es posible que este relato de Mateo no alcance las cimas del relato de la anunciación de Lucas (1,26-38), entre otras cosas porque se ha debido atener a su mentalidad más judía, acorde con su comunidad y sus búsquedas. No deja de ser, no obstante, un relato prodigioso como el de Lucas

2. Dicen los especialistas, con razón, que estos relatos han sido escritos en una forma muy peculiar. Le llaman midrash , en este caso haggada , porque es narrativo, ya que intenta actualizar un texto del AT y aplicarlo a una situación nueva. Esto es verdad y muy significativo. No estaban "relatando" en el sentido más estricto, sino actualizando. No podemos tomar al pie de la letra lo del sueño, pero sí debemos tomar en consideración su mensaje. José no está herido de infamia por haber sido engañado por su prometida. Lo importante para Mateo es que él debe desempeñar una misión, la de ponerle el nombre, ya que el nombre tiene una importancia decisiva en el lenguaje bíblico. Y el nombre, en este caso, no es el nombre histórico con el que Jesús ha saltado a la fama. Es el oráculo de Is 7 el que se quiere actualizar y por ello se le pondrá - ¡que extraño! - Jesús, cuando en el oráculo era Enmanuel (Dios con nosotros), aunque también en las palabras de Isaías no hay relación directa entre Enmanuel y el hijo de Ajaz, Ezequías. El hecho real es que José puso nombre a "su" hijo: Jesús. Con ese nombre, según el relato midrashico , se estaba cumpliendo la profecía del Enmanuel.

3. No deberíamos pasar por alto cómo Mateo ha querido responder a una objeción que se le plantea en la genealogía (1,16) cuando, dejando de lado a los varones (que Jacob engendró a José), debe introducir a María como la madre de Jesús. En su genealogía de Jesús, Mateo intenta poner de manifiesto que Cristo desciende realmente de David. Pero, de hecho, no consigue probarlo porque, en el momento decisivo, en lugar de decir que Jacob engendró a José, y éste a Jesús, interrumpe la sucesión y afirma: «Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo» (1, 16). Intenta decir lo que intenta decir: que Jesús tiene un origen divino. Según el derecho judío, la mujer no cuenta en el alcance genealógico. Por consiguiente, a través de María no puede Cristo insertarse en la casa de David. Sin embargo, para Mateo es evidente que Jesús es hijo de María y del Espíritu Santo (1,18). Y entonces surge un problema: ¿Cómo insertar a Jesús, a través del árbol genealógico masculino, dentro de la genealogía davídica si no tiene un padre humano? Para resolver el problema, Mateo hace una especie de acotación o glosa (explicación de una dificultad) y narra la concepción y el origen de Jesús (1,18-25).

4. Su intención no consiste en narrar la concepción de Jesús, ni en describir, como hace Lucas de forma extraodinaria (2,1-20), el nacimiento de Jesús. El centro del relato lo constituye José, el cual, al considerar la situación embarazosa de María, pretende abandonarla en secreto. ¿Qué ha pretendido Mateo en 1,18-25? Sin duda, solucionar el problema que se ha suscitado; y el esclarecimiento lo tenemos en el versículo 25: José, pone al niño el nombre de Jesús ( Yeshúa ), un nombre teofórico, eminentemente bíblico (Josué/ Yehoshúa ). José, descendiente de David y esposo legal de María, al imponer el nombre a Jesús se convierte legalmente en su padre, con lo cual lo inserta en su genealogía davídica. De este modo, Jesús es hijo de David a través de José, y es también el Mesías. Así se cumple igualmente la profecía de Isaías (7, 14) de que el Mesías nacería de una virgen (en realidad almah no es virgen, sino doncella en edad de casarse, aunque los LXX tradujeron por parqenoV - parthenos, virgen - , y así ha pasado a la tradición cristiana), y el plan de Dios se realiza de modo pleno. En el fondo, teológicamente hablando, uno y otro nombre vienen a significar lo mismo: Dios está con nosotros cuando salva y cuando libera Jesús (porque Yeshúa significa "Dios es mi salvador" o "Dios salva". Por tanto, decir Enmanuel y decir Jesús , para el evangelista, es correspondiente, porque no está Dios con los hombres de otra manera que salvándolos y liberándolos.

La comunidad de Mateo, pues, ha entendido ajustadamente el texto del profeta Isaías. Porque el oráculo del profeta le trasciende, va más allá de lo que él mismo podía presuponer. El oráculo se le escapa al profeta porque es Dios quien lleva a cabo los oráculos de los profetas verdaderos. Esto lo ha sabido recoger muy bien la comunidad de Mateo y lo ha plasmado en esta escena llena de contenido teológico. Así, pues, con este evangelio se nos abren las puertas de la Navidad; termina el Adviento y la esperanza que genera se debe hacer realidad experimentando de verdad la salvación que nos llega ya.



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El Hermano Asno

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