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El hambre y el pan Jn 6,1,15 (TOB17-15)

“Dáselos  a la gente para que coman. Porque esto dice el Señor: Comerán y sobrará”. Así se expresa el profeta Eliseo.  Es importante releer con calma la primera lectura de la misa de este domingo 17 del Tiempo Ordinario.
El texto contrapone a Eliseo y a su criado. Mientras éste mira los acontecimientos con ojos de cálculo, el profeta los mira con los ojos de la fe.  En realidad, los gestos de Eliseo son mucho más importantes que sus palabras. En este caso, su gesto revela la compasión con la que el hombre de Dios mira a las gentes que lo siguen.
El profeta Eliseo invita a repartir entre aquel centenar de personas los veinte panes de cebada que le había traído un hombre. Al mismo tiempo, su criado se pregunta cómo puede ese pan satisfacer a tanta gente. Pero el caso es que comieron todos y sobró pan (2 Re 4,42-44).

LA ENTREGA

La figura y el gesto del profeta Eliseo nos evocan inmediatamente la figura de Jesús que hoy aparece en el evangelio de Juan (Jn 6, 1-15). El relato del reparto de los panes y los peces y el discurso posterior de Jesús nos van a acompañar a lo largo de cinco domingos consecutivos. El texto que hoy se proclama nos presenta algunos rasgos notables:
• Las gentes siguen a Jesús porque han visto los signos que hace con los enfermos. Pero no han descubierto todavía el gran signo de Jesús. Está cerca la Pascua. Así que la entrega de los panes y los peces anticipa la entrega pascual de Jesús.
• La preocupación por las necesidades de las gentes que le siguen no parte de los discípulos, sino del mismo Jesús. Sin embargo, Jesús requiere la colaboración de sus discípulos. Y aprovecha la generosidad de un muchacho que ofrece lo poco que tiene.
• La oración de acción de gracias de Jesús nos remite a la eucaristía, en la que celebramos la “gratuidad” del don de Dios a los hombres. Y evoca también nuestra oración de “gratitud” antes y después de las comidas, con la que reconocemos a Dios como Señor de la vida.

LA COMPASIÓN

El reparto de los panes y los peces se encuentra en los cuatro evangelios. El texto que hoy se proclama se cierra con dos frases que recogen  el sentir de Jesús y el de la multitud.
• “Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie”. Importa que no se pierdan los restos del pan. Pero más importa que la comunidad aprenda a compartir los bienes con los hambrientos de pan y de sentido. En nuestros días, el papa Francisco denuncia constantemente la falsa cultura del desperdicio y del descarte.
• “Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo”. Por las palabras de Jesús, ya la Samaritana lo había reconocido como un profeta. Ahora, son la compasión y las obras de Jesús las que lo revelan ante la multitud como el profeta esperado desde siempre.
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