Fiesta: 28 de julio
En el suroeste de Francia, al pie de los Pirineos, en el pueblo de Lestelle, surge el santuario mariano de Nuestra Señora de Betharram. Según algunos autores, los orígenes del santuario de Betharram se remontan al siglo XI, cuando bajo el impulso de san Bernardo, surgieron por toda Europa cetros de devoción y de fe mariana.
La primera edificación mariana de Betharram surgió cuando unos pastores que llevaban a pastar sus ovejas en las orillas del Gave, fueron atraídos por una luz que provenía de algunas rocas de la ribera del río. Llegados al lugar, se encontraron delante de una imagen de la Virgen María. Avisados los habitantes de Lestelle del descubrimiento, se decidió construir una pequeña capilla como recuerdo. Como pareció que el lugar del descubrimiento no era muy adaptado para construir, los pastores construyeron la capilla sobre la otra orilla del Gave. Pero no lo consiguieron. Cada vez que trataban de trasladar la estatua de la Virgen ésta, milagrosamente, volvía a la otra ribera del Gave. Entonces, los pastores comprendieron que María quería una capilla en el lugar exacto en donde se encontró la estatua.
En torno a este lugar, la tradición popular testimonia la presencia de varios milagros distintos atribuidos a la Virgen María. El más importante es aquel que le mereció el nombre de “Betharam” a esta imagen de la Virgen. Sucedió que una niña, atraída por una flor particularmente hermosa aparecida en la ribera del río Gave, para recogerla se inclinó y cayó en las aguas caudalosas. Estaba por ser sepultada cuando, desesperadamente, invocó a la Virgen que se veneraba en el santuario y, de inmediato, vio ante sí un ramo que era tendido para agarrarse a él. Así lo hizo y se salvó. Por eso, quiso ofrecer en donación a la Virgen como signo de gratitud un hermoso ramo de oro y desde entonces, la imagen fue venerada como la “Virgen de Betharram”. En efecto, “Betharram”, significa, en el dialecto local, “Bello Ramo”.
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